martes, 14 de diciembre de 2010
Locutores de las calles,
vendedores del sólo por hoy permanente,
recorren la motricidad de colectivos
con un entusiasmo rígido
y ajeno.
Bolsos repletos,
con ansias de adelgazar,
cargan con los buscas y sus sonrisas.
Ruido
Humo
Calle
La noche los acuesta agotados,
y sus vasijas con correas
vuelven a llenarse,
para nutrir con sus pérdidas
esas muecas,
y esa voz.
El vacío consume torbellinos
en una espiral de indiferencias.
Los engranajes oxidados rechinan
opacados por el ruido que aturde.
Y la cortina de hierro cae precipitada
ante las luces y oscuridades epilépticas.
El dolor encapsulado revienta
sobre las marionetas que creen en la libertad.
Gritos sin voz
aunan amebas que buscan sus formas.
Estas neuronas y uñas eléctricas
erizan el vapor asfáltico.
El átomo terráqueo
sigue,
eterno.
La huella embarrada se adhiere a la piel,
entre la humedad que cala los huesos,
y la puntuación que ensucia,
molesta.
Las palabras chorrean polvo mojado.
Y ese barro que se hace savia, esencia,
rellena nuestros huecos huerfanos de la realidad.
Líneas que raspan,
comas que rozan,
letras que hieren.
Caminaba despacio y no hablaba,
transitaba y sentía el mundo,
sentía y pensaba lo que sentía.
Existe.
Existió en su universo perecedero,
en las calles y las inmortalidades momentáneas,
en los amores inmerecidos por no hablar,
por caminar, sentir, pensar.
Era,
era poco, es tanto,
era simple, es majestuoso,
era poeta, es.
domingo, 5 de diciembre de 2010
El cielo mundano
evidencia la noche,
lunas imprudentes
recorren la escena como ojos enemigos.
Él simula,
como jamás ha hecho,
la carencia de ataduras
y pechos anudados.
Simula la libertad
y el desprecio de las glorias.
Solo,
ante la inmencidad,
rosa el discurrir del todo,
de todos.
Enfrenta, sin más,
la mirada criminal de un dios.
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"Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable..." (J.L.B)