martes, 6 de noviembre de 2012
Suave enigma, corre lamiendo los cordones de las veredas, salpicando entre la pureza y el devenir. Encalla en el barro añejo.
martes, 2 de octubre de 2012
La piel encandiló el olfato
con dulzura agreste
con el placer,
el confort de su abrazo.
Las yemas de los dedos,
sin tiempo,
se declinan por la inmensidad de su espalda
sin vértices
ni asperezas.
Los ojos pujaron al compás del vai ven,
complaciendo a la oscuridad libre,
pulcra.
jueves, 30 de agosto de 2012
lunes, 9 de julio de 2012
Las compuertas se abrieron,
libre brota el coagulo que se evapora,
desde sus violetas hasta sus dolores.
La retina confirma el camino, aunque éste sea.
Respiro hondo, tanto como los residuos de nicotina permiten, y pienso...
Más allá de lo burdo,
el latido se descontractura.
No hay culpas, sólo paz contra el hedor humano.
Fluctúa entre los planos y los vértices. Las manos enredadas sostienen los pesos, los párpados implacables.
Ella mira a través de humo violáceo, ya indiferente, con la pausa de la anestesia eterna. Corre todo alrededor de su indolencia, en torno al silencio de sus músculos, de sus huesos.
Entrá,
cómodo por la puerta de hierro
erguida e inmaculada.
Sutil se cierra,
protege,
aísla.
No vas a gritar,
no te van a escuchar.
Llegaste por su auxilio, reconfortate.
Estás acá, de éste lado,
para no sentir
generar
mirar.
La luz tenue te adormece,
¿no querías trascurrir?
¿no era una vida sin penas ni glorias
la que anhelabas?
Entrá;
que de a poco la inacción te carcome,
que el mundo no te toca,
que no dejás huella.
Entrá,
morí la vida,
no permitas que los sueños te vivan.
jueves, 28 de junio de 2012
Níveas lágrimas que desde la cima
dibujan la forma del dolor maduro,
de la vida de heridas impolutas,
honradas.
No hay inmensidad en las palabras,
las sílabas,
los cuerpos;
inexistentes todos,
casi repudiables en el natural absoluto.
El agua como centinela recelosa del hielo
y los gigantes ininmutables
ignorando nuestro nimio paso por su eternidad.
Ajenos, nosotros,
a los marrones,
a los matices del blanco azulado de la perpetuidad.
El frío irreverente congela las letras,
consciente de la osadía,
la aberración de la soberbia,
menos simbólica que humana.
Nada iguala.
Nada plasma.
Sólo permiten los titanes que se admire su gloria.
Advierten que nada más allá de un paso es posible.
Exigen a los indecorosos, finitos,
el respeto por la soledad de su magnificencia.
miércoles, 11 de enero de 2012
Tenés razón,
no vivo en una poesía,
porque vivir en ella sería que el dolor concluyera en un punto, y se fijara en un papel para no seguir creciendo.
porque sería como poder vivirte sin vos, ahora que no estás.
porque sería posible transcurrir en recuerdos encapsulados entre comas.
"Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable..." (J.L.B)