martes, 16 de abril de 2013
Emancipa la noche
el crudo rugir de resplandeceres azules.
La risa que rememora
los encierros que
resguardan
todo
mimetizado con la miseria
latente.
Deslizan esas cintas
lenguas primigenias,
dulzuras barrocas,
calor seco de felicidades
en blanco.
Escurriendo las paredes
de frío evaporado,
los ojos blancos toman el
color de la rispidez del latido.
Y esta mañana, como
todas, me levanto y te quiero. Sé que te quiero desperezándote y con los ojos hinchados;
de mal humor y lento, como si no le hubieran dado impulso a tu manivela.
Peleando te quiero, sí,
peleando, para darle gracia a la rutina y fuerza al arraigo.
También te quiero dudando
o cuando se te infiltran certezas. Te quiero de espaldas, aunque lo lindo de
quererte de frente está en la magia de las miradas y las sonrisas que mueven
cielos.
Mientras te entiendo y me
entendés, te quiero, mientras creamos. Te quiero lejos, y distinto, te quiero
cerca.
Con café en invierno, así
te quiero, calor vital, con chocolate y bufanda. Te quiero suavidad pura, con
el beso que arrastra los labios antes de plasmarse. Te quiero en pretérito
imperfecto y en presente simple.
En síntesis, mañana me
voy a despertar, y lo más probable, creo yo, es que te quiera. No sé, lo intuyo.
;;
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"Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable..." (J.L.B)