martes, 11 de marzo de 2014

Sin más...

Recordando lo efimero de la vida, de una mirada plena, se cierra el cajón. La llave va al bolsillo, y las ojeras, sin sueño, otra vez rellenan la mueca.

Dentro queda todo, guardado, asi como en los otros cajones de llaves vencidas. Queda alli la risa y la compañia, algunas esperanzas descoladas, y la pureza de la inocencia proyectada.
Abajo, en el fondo, las palabras sin futuro, esas que prometen primaveras y lucha diaria, fulgores que refuerzan lo añorado. Sobre ellas los cuerpos y todo lo que conllevan, las sensaciones de eternidad y vida. 
Por último, las voluntades de pulir los encastres imperfectos de nuestros rompecabezas, inutiles, escazas. 
...
Cerrado el cajón, la llave al bolsillo y las ojeras taquicardicas junto a la puerta, a la espera, vana, de la voz que grite -no me olvides, no me mates-.

;;
"Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable..." (J.L.B)