domingo, 31 de mayo de 2015

Desde dónde me paro - #NiUnaMenos


Ser quien soy significa muchísimas cosas que no se resumen en “Carina”, es por eso que conocerme no es saber mi nombre, sino al menos atinar a rascar un poquito de todo lo que me identifica, lo que defiendo y lo que detesto, lo que amo y cómo lo amo, aquello que sueño y por lo que lucho.

Tengo la suerte de haber nacido en una casa en la que muchos rasgos de machismo se han superado (muchos, no todos). Y cuando destaco que no todos no es a modo de crítica, sino que creo que vale remarcarlo por lo mucho que resta trabajar como familia. Y esto es un ejemplo, un átomo de sociedad. Hay casas en las que están más atrás o mucho más atrás, y otras que nos superan. Pero dudo que exista aquella en que esté erradicado completamente.

Decimos #NiUnaMenos, y cada vez que hablamos de esto somos locas/os o fundamentalistas las/os que además de copiar carteles argumentamos. Es legítimo identificarse con los carteles, promover y generar conciencia, pero en lo personal sigo eligiendo las palabras a las imágenes. Les cuento lo que se piensa desde atrás de mis retinas por lo que se ve por fuera de ellas, por lo que se oye o por lo que se siente.

Respetarnos no es escribir con “@” o con “x”, el castellano es machista, lo sé, pero francamente es el último espacio que me preocupa. Pienso que hay cosas cotidianas que nos denigran aunque no nos demos cuenta, y callarnos o dejarlas pasar porque “para qué discutir” es, a mi entender, ser cómplices.

*No puedo aceptar que exista en las instituciones la “comisión de mujeres”, destinada a hacer café y caridad;
*no puedo aceptar que en la política partidaria cuando se piensa en las mujeres y el cupo aún haya lugares donde se piense en el tercer lugar;
*no puedo aceptar que se nos trate de “malco” o que “nos vino” si estamos con un humor tremendo;
*no puedo aceptar que para justificar cualquier cosa se apele al biologisismo, al instinto o a los monos de los que descenderíamos;
*no puedo aceptar que se piense que necesitamos un alfa protector;
*no puedo aceptar que los hijos lleven el apellido del padre en primera instancia, cuando suelen ser los primeros en borrarse, y no sólo eso, son los que juzgan cuando la mujer que se queda sola decide no seguir un embarazo que ellos no siguen, porque se toman el buque;
*no puedo aceptar que se le regale a las nenas princesas, escobas, cocinas, bebotes y cosmética, mientras a los nenes autos, cosas de construcción, de guerra y pelotas;
*no puedo aceptar que los tipos se desentiendan de los deberes de una casa;
*no puedo soportar el acoso desde ningún lugar;
*no puedo aceptar que sea el hombre el que pueda  “avanzarnos” y nosotras no podamos elegir y “avanzar” para estar con quién gustemos;
*no puedo soportar que se juzgue nuestra voluntad de vivir la sexualidad como mejor nos parezca mientras del otro lado la presión es inversa;
*no puedo aceptar que se nos mate o secuestre y prostituya;
*no puedo aceptar que se nos denigre pretendiendo de nosotras un envase (y si es vacío mejor).

En fin, no puedo aceptar que todos estos reclamos se piensen como "cosa de mujeres", cuando a esta altura debería ser un reclamo de la sociedad toda. Nunca me pensé como mujer, siempre me pensé como persona (palabra que, valga la observación, no tiene género); nunca me puse a medir si estaba más allá o más acá, pero hoy digo que, como siempre, estoy orgullosa de haber nacido en una casa en la que se me enseño a pelear por lo que se piensa.
Es un hecho que aún caiga en lugares comunes, que siga en algunos aspectos inconscientemente el patrón sexista; pero al percibirlo trato de ir superándolo y erradicándolo de mi vida. Estoy orgullosa de ser mujer, y me río de aquel/la que crea que va a poder someter mi convicción.

Me amo con todo lo que supe construir, y todo lo que destruiré para reconstruir.

¡Les deseo mentes abiertas y mucho amor!

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"Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable..." (J.L.B)