viernes, 2 de enero de 2009

Yo


Me topo conmigo, cara a cara, después de años de haberme matado, me hayo resucitada, nuevamente en esos ojos temerosos y hundidos, por cantidad de hervores a baño María. Ojos que se desarmaron tantas veces como se pudo por años.
Me siento y nos encuentro pidiendo un café frente a un espejo, dos de edulcorante, una de mis tantas mentiras, y disponiéndome a hacerme frente como hacía mucho que no lo lograba. Me vislumbro y no quiero verme, pero la situación nos obliga y es el momento de hablar.
Me miro y veo que saco del bolsillo un bollo roñoso y morado que se agita cada tanto largando pelusas, se mueve con dificultad. Me lo extiendo y lo escondo rápido. Me digo entonces “es nuestro corazón”. Siento pena por mi, veo como mientras otros tienen corazones plenos y vivaces el mío es una bola desteñida por los golpes, temerosa a la luz del sol, a la exposición, y a mi.
No sabía que lo había dañado tanto con mis desventuras, con mis desmanes, pero efectivamente lo había llevado tantas veces al limite que ya no tenía más fuerzas para nada. Me miro y mis ojos vuelven a perder como una canilla de casa en demolición, observo como abro la boca y digo, con una voz tan chica que cabe en un dedal, “no lo lastimes más, se nos muere”.
No entiendo esa frase, cómo se va a morir un corazón, si es el que da la vida. Me miro a los ojos y me pregunto cómo hacer para ayudarlo. Sonrío entre las mil y una lagrimas con una ternura como la que nos nace al hablar con una criatura que no sabe aun como vivir, y me respondo “dale tiempo, no puede amarse a si mismo, no busques dar amor a los demás, porque un golpe más y no se si lo podré levantar”.
Me quedo helada observándome. ¿Tanto mal me había hecho? ¿Cómo no me di cuenta a tiempo?
En harapos, me paro sin dejar de llorar un instante y me pido disculpas por las vergüenzas que me hice pasar siendo tan pobre con ese corazón, me digo que no era sólo mi culpa, sino de mi misma y las ilusiones irrisorias que andan por ahí.
Se va así mi corazón conmigo después de darme una lección, un grito de auxilio. Cómo no entenderme si somos la misma cosa.
Pido la cuenta y me cobran el café. Quedo allí sentada mirando por la ventana, viendo a la gente pasar con sus corazones más o menos erguidos, conformes y alegres consigo mismos, y pensé en mi y mi decadencia, en como yo misma debí citarme para pasarme factura por las heridas.
Me paro, salgo por la puerta y cruzo la avenida repleta de recuerdos y repasos de dolores. Entiendo de qué me estaba hablando, no sé si algún día me pueda perdonar.

1 Comment:

  1. Anónimo said...
    HOLA CARI!JAMAS TE HABIA ESCRITO UN COMENTARIO...Y CREO QUE ESTE ES UN BUEN MOMENTO...COMENZO UN NUEVO AÑO,Y TERMINO UNO MUY RARO,PARA MUCHAS PERSONAS ME INCLUYO EN ESA LISTA,NO HICE NINGUN MAIL ASI PARA COMENTAR LO QUE ME PASO NI LO QUE PASE CON ESAS PERSONAS QUE SIMPRE,NUNCA ENTENDES COMO PERO ESTAN.Y VOS SOS UNA DE ESAS,PASASTE MOMENTOS DIFICILIES Y ME DA MUCHA PENA NO HABER ESTADO AHI PARA AYUDARTE AUNQUE SEA CON UN HOMBRO...SE LA EXTRAÑA MUCHO MUCHO.Y JAMAS TE VOY A TERMINAR DE AGRADECER LO BUENA PERSONA QUE SOS CONMIGO Y AYUDARME A TOMAR UNA DECISION QUE ME CAMBIO Y ME HACE MUY FELIZ,LA FACULTAD.

    SIN MAS PROLOGO TE QUIERO MUCHO...

    Y ES MUY LINDO LO QUE ESCRIBIS...

    SUERTE

    MAYRA,TU AHIJADA

Post a Comment



"Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable..." (J.L.B)