lunes, 4 de octubre de 2010
Aunque roce la cordura con plumas ajenas,
hiera cuando ama
y ame cuando se aleja,
merece descansar.
Permanece fiel,
con inconstancia paciente
y sinceridades relativas
que intentan persuadirme,
a mí,
su grillo protector.
Lágrimas,
quizás merecidas,
se aglutinan en su vasija de tránsito,
rebalsan por la maldita miopía sentimental.
Pongo alcohol en las heridas,
y entre gritos veo cicatrices que cierran,
aún quedan, y aún estoy.
Aguardaré hasta que sea una niña real.
Aunque me ahuyente,
me latigue,
merece suspirar.
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"Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable..." (J.L.B)
Por otra parte, que buen fragmento de La Espera que hay en el blog.