viernes, 18 de marzo de 2011

Aquella noche

Atardecía y no eras más que un ser,
un resorte de rarezas que me alejaba desde el envoltorio.
Anochecía y las sonrisas se escapaban de los desacostumbrados labios,
entre tonterías ruborizadas y ojos esquivos.


La luna se profundizaba,
y así tus manos en las mías
y tus besos en mis besos
y nuestras respiraciones en el silencio.

El amanecer nos encontró,
después de todo,
después de tanto,
y la distancia de metros se acentuaba al estar unidos,
y las palabras que ya no fluían como toda esa noche,
y el adiós tácito que desgarra un esbozo más de esperanza inventada…

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"Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable..." (J.L.B)