viernes, 25 de abril de 2008
El pañuelo era ya una esponja en sus manos. Hacia cuatro horas que estaba sentada en esa plaza, con la mente en blanco, precisamente, en un blanco. Idas y venidas, vueltas y revueltas formaban parte de aquel pacto de rendición que no quería firmar, pero era inevitable.
Recordaba, y aferrada a la memoria, buscaba la respuesta a un nuevo ataque. Pero no, todo seria en vano, el botín ya era propiedad del enemigo.
Intentó ataques aéreos y terrenales, pero las tropas de su adversario ya habían avanzado demasiado ante su descuido, y no hubo manera de hacerlas retroceder. Llegó incluso a utilizar la extorsión, pero los años de espionaje, de inteligencia del país vecino, lograron desbaratar todos sus artilugios.
En un banco sola veía caer la noche, mirando a ninguna parte, dejando que el tiempo pase, soñando en castillos de aire, banquetes suntuosos y tesoros de oro junto a su trono.
Intentó ataques aéreos y terrenales, pero las tropas de su adversario ya habían avanzado demasiado ante su descuido, y no hubo manera de hacerlas retroceder. Llegó incluso a utilizar la extorsión, pero los años de espionaje, de inteligencia del país vecino, lograron desbaratar todos sus artilugios.
En un banco sola veía caer la noche, mirando a ninguna parte, dejando que el tiempo pase, soñando en castillos de aire, banquetes suntuosos y tesoros de oro junto a su trono.
3 Comments:
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"Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable..." (J.L.B)
abrazo loca!
Muy descriptiva, muy visual, muy rico todo.
Besos.