domingo, 5 de diciembre de 2010
El cielo mundano
evidencia la noche,
lunas imprudentes
recorren la escena como ojos enemigos.
Él simula,
como jamás ha hecho,
la carencia de ataduras
y pechos anudados.
Simula la libertad
y el desprecio de las glorias.
Solo,
ante la inmencidad,
rosa el discurrir del todo,
de todos.
Enfrenta, sin más,
la mirada criminal de un dios.
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"Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable..." (J.L.B)