jueves, 28 de junio de 2012
Te materializó ante mí la rudeza del tiempo,
tan musa y radiante,
con aquel canto
embaucador
que cualquier alma ávida devora.
Trajiste la pluma con
la que solía suspirarte,
los sueños vencidos,
las razones tangibles por las que perduraba lo
perecedero.
Con la marea incansable
de tus liviandades
ondulan las letras
hasta chocar con el vacío del silencio.
El equilibrio de la
intensidad se sumerge en la lucidez de la estrategia más táctica.
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"Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable..." (J.L.B)